Los españoles que llegaron al actual territorio de Chile se encontraron a su arribo con una serie de pueblos, los cuales se diferenciaban unos de otros por poseer marcadas y propias características culturales. Las etnias prehispánicas existentes a la llegada de los conquistadores sufrieron severas transformaciones, debido a la influencia europea (la española, en mayor medida), que llevó a algunas de ellas a la desaparición; sin embargo, sus influencias se pueden encontrar a lo largo y ancho de nuestro país.
Los changos
Desde la desembocadura del río Loa y hasta Coquimbo, se situó un grupo de pescadores conocido como changos.
A pesar de que se conoce poco sobre el origen de los changos, se sabe que geográficamente se ubicaban en la costa norte de Chile, desde el río Loa hasta Coquimbo, aunque se han encontrados vestigios de su presencia en las inmediaciones de la costa de Pichidangui, por los que se les considera una cultura marina. Los changos se organizaban en bandas nómadas que se trasladaban en balsas construidas con cuero de lobo marino. Sus principales actividades económicas eran la caza (lobos marinos, focas, ballenas), la pesca y la recolección de mariscos; para ello fabricaron arpones, anzuelos, flechas y cuchillos, además, de redes a base de fibras vegetales. Los changos, esporádicamente, se refugiaban en las zonas costeras en donde lograron establecer contactos con los pueblos agricultores del Norte Chico (diaguitas); fruto de estas conexiones fue la leve incorporación a su dieta del maíz.
Respecto de su organización, se puede decir que los changos se agrupaban en familias pequeñas con asentamientos dispersos, que reconocían como su territorio un sector de la costa que contara con agua dulce para beber.
Su vivienda la construían con estacas de madera o costillas de ballena cubiertas con cuero de lobo y algas marinas. En el interior, las familias se acostaban sobre algas secas o cueros de camélidos.
Sus creencias religiosas fueron bastante escasas, pero se contaba entre ellas el culto a los muertos, pues los enterraban acompañados de herramientas y otros objetos.
Este pueblo se caracterizó por la fabricación de balsas de cuero de lobo que utilizaban para uso propio y para intercambiarla por otros productos. Esta embarcación se construía de cuero de lobo marino, cuya piel era ablandada en agua dulce; luego se cosía y se recubría con aceite del mismo animal, dejando una pequeña abertura para introducir una caña que permitía inflarla. Sobre los flotadores se incorporaba una plataforma de madera que podía transportar de uno a cuatro navegantes. El desplazamiento se lograba mediante el uso de un remo de doble pala. Para pescar los changos usaban un arpón de hueso a cuyo extremo amarraban un cordel de cuero. Además, hicieron uso de redes que ellos mismos tejían con fibras vegetales o intestinos de animales marinos.
Atacameños
En el desierto de Atacama, desde el río Loa hasta Copiapó, se desarrolló este proceso cultural de gran importancia.
Los atacameños eran un pueblo agroalfarero que se desarrolló en las cercanías del río Loa y en los oasis del desierto de Atacama. En el plano administrativo y político, los atacameños se organizaron en señoríos conformados por pequeñas tribus que eran independientes entre sí, por lo que nunca lograron constituir un estado centralizado. Debido a las adversas condiciones climáticas para desarrollar la agricultura, los atacameños construyeron complejos sistemas de regadío que les permitían aprovechar a cabalidad los escasos recursos hídricos; a raíz de ello pudieron cultivar maíz, papas, porotos, ajíes y calabazas. Los atacameños, además, practicaron la ganadería de auquénidos como alpacas y llamas; estos últimos animales eran utilizados para formar caravanas y transportar mercancías que intercambiaban con los pueblos del altiplano boliviano y del noroeste argentino. Debido a los frecuentes conflictos que se originaban entre las etnias por el control de los recursos hídricos, los atacameños debieron levantar fortalezas o pucaras para resistir los ataques de pueblos rivales. En el plano religioso desarrollaron cultos a divinidades relativas a la fertilidad y practicaron complejos rituales funerarios. Los atacameños hablaban la lengua cunza, que en la actualidad se encuentra desaparecida.
unos diez kilómetros al noreste de San Pedro de Atacama, se han encontrado vestigios de civilización humana de una antigüedad que fluctúa entre los 12 mil y los 10 mil años, existiendo allí testimonios arquelógicos, como cuchillos y puntas de proyectiles.
El período agroalfarero de la cultura atacameñadistingue tres momentos: el primero de ellos se sitúa entre los años 400 y 900 de la era cristiana, y se caracteriza por una alfarería roja pulida, por cántaros antropomorfos (con formas de hombre) y el uso de adornos y vasos de oro. El segundo, entre los años 900 y 1.200 de nuestra era, muestra el empleo de una alfarería negra pulida, la influencia de la cultura peruana Tiahuanaco o Tiwanaku, el empleo de las tabletas para aspirar alucinógenos, con figuras esculpidas de hombres, cóndores y felinos, y el uso del tambetá o adorno labial. El tercer período, comprendido entre los años 1.200 y 1.500, recibe la influencia de la civilización incaica y deja como exponente la construcción de fortalezas o pukarás de piedra rodeadas de murallas con angostas calles y apretadas habitaciones.
La decoración de su alfarería y los dibujos de los petroglifos confirman que los atacameños poseían una cultura con una elevada sensibilidad estética.
El pueblo de los atacameños utilizó importantes técnicas para el desarrollo agrícola, destacándose el regadío artificial mediante un sistema de canales que suplían la falta de lluvias, y las terrazas o andenes que permitían un óptimo aprovechamiento del agua. Cultivaron el maíz, la papa, los frijoles, la calabaza y una especie de tabaco. En la ganadería, domesticaron a la llama y la alpaca, para utilizarlas en la producción de lana y como medio de transporte. La llama, como animal de carga, les permitió hacer largos viajes, para cambiar productos como pescado, guano y hojas de coca.
Aunque se sabe muy poco respecto de su espiritualidad, se piensa que fueron creyentes en una vida futura, debido a la manera en como disponían los entierros con armas, vestidos y objetos de uso cotidiano.
Tenían un idioma propio llamado kunza, del cual hoy apenas subsisten palabras aislada
Diaguitas
Habitaban en la región de los valles transversales, entre los ríos Copiapó y Choapa
Los diaguitas eran un pueblo agroalfarero que se desarrolló en la zona que corresponde al Norte Chico del país, específicamente en los valles transversales ubicados entre el río Copiapó y el río Limarí, los que se forman por los cordones montañosos que atraviesan el territorio de la cordillera a la costa. Políticamente, los diaguitas organizaban en señoríos compuestos de varias aldeas autónomas; además, los diaguitas constituyeron las llamadas sociedades duales, en las que cada valle tenía dos señoríos de los cuales el más poderoso era el que se ubicaba valle arriba, puesto que controlaba el flujo de los escasos causes de agua. Su principal actividad económica era la agricultura, aunque también desarrollaron la ganadería del guanaco y las llamas, y en ocasiones, cuando se aproximaban al borde costero, practicaron la pesca; los principales cultivos de los diaguitas eran el maíz, las papas, los porotos, los ajíes y los zapallos. Es preciso señalar, que al igual que los atacameños, contaban con escasos recursos hídricos, por lo que construyeron sistemas de regadío artificial en el interior de los valles. Los diaguitas son considerados grandes artistas, puesto que conocieron y desarrollaron la metalurgia del cobre, aunque se destacaron mayormente en el campo de la cerámica y la textilería, gracias a sus vasijas con forma de pato y a sus elaborados diseños de prendas de vestir. Hablaban la lengua kan kan.
Pueblo agricultor con una organización conocida como sociedad dual (atribuida a la influencia incaica), que se dividía en dos mitades: la de arriba, hacia la cordillera y la de abajo hacia el mar.
De su agricultura, más específicamente de sus cultivos, se sabe que estos se realizaban en el fondo de los valles, siendo irrigados por canales artificiales. De este modo, obtenían cosechas de maíz, papa y algodón, este último utilizado para la fabricación de ropa. La ganadería practicada era de tipo trashumante, lo que significa que en verano los animales eran llevados a pastar a la cordillera y en invierno a la costa, donde además se proveían de peces, mariscos y animales marinos.
Las construccionesque utilizaban para vivir eran chozas agrupadas en aldeas pequeñas, hechas de ramas cubiertas de barro y techo de paja, a las que se sumaban unas bodegas subterráneas empleadas para almacenar maíz y otros alimentos.
Se desconoce cuáles eran sus prácticas religiosas, pero se piensa que creían en la existencia de una vida extraterrenal, por el cuidado que ponían al momento de enterrar a sus muertos, depositando cántaros con alimentos y otras ofrendas. Con el tiempo, fueron mejorando la calidad de las sepulturas, hasta confeccionar verdaderos ataúdes de piedra.
Los diaguitas fueron expertos artesanos, tanto metalúrgicos como alfareros, e incorporaron a los adornos de oro y plata, piedras semipreciosas como el lapislázuli. Su cerámica destaca por sus vasijas decoradas con diseños geométricos en rojo, blanco, amarillo y negro, especialmente aquellas conocidas como jarro-pato y una forma de jarrón adoptada de los incas llamada aríbalo
Picunches
Este pueblo se ubicó entre dos importantes ríos: el Choapa, por el norte, y el Itata, por el sur
Los picunche o "gente del norte" fueron agricultores y, por lo tanto, sedentarios. En la zona donde vivieron, el agua era abundante y el clima cálido. De esta actividad, obtenían papas, calabaza, maíz, porotos y ají de la tierra.
También criaron animales, especialmente llamas y guanacos. De ellos sacaron carne y lana para fabricar sus vestimentas.
Los Picunche se instalaban en grupos de aproximadamente 300 personas, en pequeñas aldeas. Hacían sus casas de barro y techo de totora. En cada una vivían unas 30 personas, entre el padre, las esposas, los hijos, y otros familiares directos.
Su costumbre establecía que los hombres mandaban o dirigían; la máxima autoridad era el padre y luego venía el hijo mayor.
Sólo en caso de emergencia, en especial si ocurría una guerra, había un jefe que lideraba a los demás: el cacique. Sin embargo, los Picunche conformaron un pueblo pacífico.
Sus costumbres y creencias
Creían en la vida después de la muerte. Sus tumbas eran muy sencillas y se distinguían claramente porque, sobre ellas, había un montoncito de tierra con piedras.
Los Picunche fabricaron su propia cerámica (vasijas, jarros y fuentes), y también sus herramientas para trabajar la tierra, además de otros instrumentos de uso diario, como pipas y piedras para moler el maíz.
Uno de los misterios de los Picunche es el de las piedras tacitas - redondeadas por los bordes y con una hundidura al medio-, y otras piedras redondeadas que presentaban una perforación al centro; hasta el día de hoy no se sabe para qué las utilizaban.
Los picunches se ubicaban entre los ríos Aconcagua e Itata; eran tribus de agricultores que se repartían en asentamientos dispersos por el territorio que ocupaban. Su principal actividad económica era la agricultura y cultivaban papas, maíz, porotos y quínoa. Los picunches vivían en rucas, las que eran viviendas construidas con palos y ramas y que no poseían ventanas. En el plano artístico destacaron por desarrollar una alfarería que se supone estaba influenciada por los incas; de hecho, el territorio que habitaban los picunches era la frontera meridional del Imperio Inca. Los picunches, en el ámbito religioso, practicaban el culto a los antepasados o animista; creían en la existencia de una vida después de la muerte. Hablaban la lengua mapudungún.
Chiquillanes
Los chiquillanes eran bandas de cazadores recolectores nómadas, las que deambulaban en las cercanías de la Cordillera de los Andes y que pertenecen al periodo cultural anterior a la adopción de la agricultura (por eso se les llama pre agroalfareros). La dieta de los chiquillanes se basaba fundamentalmente en la caza del guanaco y la complementaban con el consumo de frutos silvestres que recolectaban.
Los chiquillanes fueron uno de los pueblos recolectores que habitaron en el sector cordillerano que se extiende desde Santiago hasta las cercanías de Chillán. Su subsistencia se basó en la caza de animales como los guanacos, ñandúes y pumas, entre otros.
Acostumbraban a practicar el infanticidio femenino, dejándose caer en verano sobre las rucas mapuches para robar mujeres y alimentos.
Pehuenches
Los pehuenches eran bandas nómadas de cazadores recolectores que recorrían ambos lados de los faldeos cordilleranos ubicados entre Chillán y Los Ángeles. La lengua de los pehuenches era el mapudungún y se estima que fueron altamente influenciados por los mapuches; de hecho, el principal elemento de su dieta era el piñón, el cual recolectaban de las araucarias. No se conoce desarrollo artístico propio de los pehuenches.
Los pehuenches (habitantes cordilleranos) también conforman el grupo de los cazadores recolectores continentales. Ellos se desplazaban por toda el área donde crecían las araucarias, de las cuales obtenían el pehuén o piñón, fruto base en su dieta alimenticia.
De su apariencia, se sabe que eran altos y delgados, cubrían su piel con grasa de animal y la adornaban con pinturas azules.
En verano atravesaban la cordillera para asaltar o intercambiar mercancias con los mapuches.
La caza del guanaco les permitía proveerse tanto de carne para la alimentación, como de piel para hacer frente a las condiciones climática
Puelches
Los puelches son otra banda pre agroalfarera que recorría las inmediaciones de la Cordillera de los Andes, desde el sur de Los Ángeles hasta la altura de Osorno. A diferencia de los pehuenches, la base de la alimentación de los puelches era la caza; sus principales presas eran guanacos, zorros y venados. Del mismo modo, los puelches cubrían sus cuerpos con cueros y pieles de los animales que cazaban. Recibieron la influencia mapuche y hablaban el mapudungún, aunque no llegaron a adoptar la agricultura ni el sedentarismo.
Los Puelches habitaron la zona cordillerana de Valdivia y Osorno. Su nombre significa "gente del este". Eran cazadores-recolectores que en un principio se dedicaron a la recolección de alimentos, pero más tarde, con el uso de herramientas como las boleadoras -instrumento compuesto de 2 o 3 bolas de piedra forradas de cuero unidas por ramales a una anilla-, se transformaron en cazadores nómadas, llegando hasta el sector oriental de la cordillera de los Andes en busca de la caza del guanaco, base de su alimentación, vestuario y vivienda, al igual que todos los pueblos precordilleranos. Después de la llegada de los españoles usaron hábilmente el caballo en su vida diaria.
Llevaban una vida similar a la de los Tehuelches, aunque su alimentación era más rica por la mayor cantidad de animales y por la posibilidad de recolectar vegetales silvestres comestibles. Además, vivían cerca de otros pueblos agrícolas, como los Araucanos y Huilliches, a los cuales solían asaltar después de la cosecha para quitarles los alimentos.
Se les describe como de menor estatura que los Araucanos. Se agrupaban en pequeñas bandas nómadas que en su desplazamiento llegaban, incluso, al lado argentino (zonas del Río Negro y Neuquén). Vivían en pequeños toldos de maderas cubiertos con cuero de animal y se sabe que los entierros se realizaban depositando, junto al difunto, sus posesiones personales al interior de pequeñas cuevas construidas para ese fin.
Desconocían la cestería igualmente la cerámica. También desconocían el tejido aunque adquirían mantas tejidas de los araucanos y españoles. Como adorno usaban aros metálicos grandes, collares de cuentas de piedra, etc..
Sus viviendas eran el toldo de cuero, transportable, hecho con una serie de palos terminados en horqueta y dispuestos rectangularmente en el suelo, cubiertos con otros palos encima y el todo recubierto con cuero de caballo, con el pelo hacia fuera; por lo común tenían dos entradas, en direcciones contrapuestas. El trabajo del cuero se hacia con un raspador de piedra primero, y luego con un sobador de piedra áspera y porosa luego se lo untaba con grasa.
El vestido estaba constituido por pieles y se completaba con plumajes, tanto para hombres como para mujeres; además los hombres usaban una cubierta púbica de piel, de unos 20cm de tamaño, atada con tres cuerdas; las mujeres usaban delantales que les cubrían desde la rodillas a la cintura. Se depilaban el cuerpo, las cejas, etc., y se pintaban de rojo y negro tanto en la expediciones de guerra como en las ceremonias funerarias. Las mantas de pieles iban también pintadas en varios colores y sus motivos eran también geométricos.
En su religión se señala la existencia de un dios supremo llamado gamakia Rara vez se le rogaba directamente sino que se dirigían a los espíritus de los antepasados, para que intercediesen, este dios supremo tenia esposa, de nombre gamkiats‰m, y también había otros muchos dioses. Un genio del mal recibía el nombre de gualichu el cual enviaba la enfermedad y la muerte. Los muertos se inhumaban en cuevas en las montañas en posición encogida retobados en un cuero y con la cara hacia el poniente
Mapuches
La etnia más importante de Chile
Los mapuches o gente de la tierra (de mapu = tierra y che = gente) ocuparon Chile entre los ríos Itata por el norte y Toltén por el sur, mezclándose con los picunches y los huilliches.
Los mapuches eran una etnia compuesta por una serie de tribus seminómadas que se hallaban dispersas desde el río Itata hasta las cercanías del río Toltén. En este territorio las tribus mapuches se hallaban organizadas en pequeñas comunidades, las que estaban formadas por extensas familias consanguíneas de aproximadamente 50 miembros; a estas comunidades o clanes se les denominaba lov, y eran conducidos por un lonco. Los clanes o lov, en tiempos de guerra o hambruna, se reunían en una agrupación más grande conocida como levo, la que llegaba a contar con alrededor de 3.000 personas; el levo era dirigido por un cacique que era elegido entre los loncos de cada lov. La base de la dieta mapuche era el piñón, fruto que obtenían mediante la recolección; su alimentación la completaban con el consumo de animales que cazaban como zorros o pumas. Los mapuches hablaban la lengua mapudungún, hecho por el cual a todas las demás etnias que compartían este elemento se les suele considerar mapuches; por ello, para diferenciarlo, a los mapuches en algunas ocasiones se les designa como araucanos, término que fue utilizado por los españoles para denominar al pueblo más numeroso y belicoso que encontraron en Chile.
Los mapuches provenían de la región argentina de Neuquén, y cuando llegaron a nuestro país, cambiaron sus hábitos nómades por el sedentarismo. En el siglo XVI ellos conformaban el conglomerado poblacional más grande de Chile, con más de un millón de habitantes.
Organización socio-política de los mapuches
Los mapuches se organizaban en una estructura denominada sociedad segmentada, que indicaba un conjunto de grupos congregados por el parentesco y el territorio, los que a pesar de compartir costumbres comunes no poseían una unidad política.
El núcleo de esta estructura social llamada tribu era el linaje, integrado por familias que descendían de un antepasado común denominado Pillán. El jefe civil de este linaje era el lonko, un hombre anciano que dirigía el grupo familiar. Sin embargo, el lonko no tenía poder para mandar ni hacerse obedecer; su labor consistía únicamente en aconsejar y solucionar los problemas que surgieran entre los parientes.
El linaje implicaba la posesión de un territorio propio, el que era delimitado claramente y resguardado de la intromisión de cualquier mapuche vecino. En él se ubicaban las familias extendidas, formadas por el padre, la o las madres, los hijos varones casados, sus esposas y vástagos. Una familia de este tipo podía ocupar de siete a ocho rucas. Los linajes emparentados entre sí formaban una agrupación mayor, que era dirigida por el cacique o curaca, quien presidía las ceremonias religiosas y actuaba como juez cuando ocurrían desacuerdos entre miembros del linaje.
En situaciones de conflicto como, por ejemplo, una guerra, se designaba otro jefe para que los dirigiera, denominado toqui, el que perdía autoridad cuando finalizaba la disputa. Su insignia de mando era la clava, una especie de palo con empuñadura cuyo extremo opuesto representaba la cabeza de un pájaro.
Respecto de los territorios ocupados, los mapuches generalmente elegían para vivir las orillas de los ríos. Sin embargo, luego de la penetración española subdividieron sus territorios en distritos, repartidos en la costa, el valle central y la precordillera, a los que llamaron vutalmapu. A su vez varios vutalmapu conformaban los aillarehue o uniones de tribus.
Los grupos familiares vivían dispersos y separados por considerables distancias que les impedían constituir aldeas o pueblos.
Huilliches
Los huilliches son otra etnia seminómada que hablaba mapudungún y que tenía a la caza como principal actividad económica; el territorio que ocupaba este pueblo, se halla en la zona comprendida entre el río Toltén y el río Bueno. En el plano sociopolítico, los huilliches se organizaban en cavies o grupos de alrededor de 400 miembros que eran liderados por un lonco. Del mismo modo que los mapuches, poseían la institución del levo y del cacique; cada levo era compuesto por 7 u 8 cavies. Como señalamos, para los huilliches la caza era su medio de subsistencia y por ello, además, usaban prendas fabricadas con cueros y pieles.
Los Huilliches o "gente del sur", fueron llamados también veliches. Hablaban mapudungun y se localizaron al sur de los araucanos, entre el río Toltén y el canal del Chacao. Según estimaciones, el número de habitantes podría calcularse en 180.000 indígenas hacia 1535.
El denso bosque que se desarrollaba en el área de ocupación de esta etnia, dificultó la actividad hortícola. De allí es que la mayor concentración de población se encontraba en las márgenes de los lagos interiores, de origen glacial, y en las riberas de la intensa red fluvial regional. Las condiciones que ofrecía el medio permitió una mayor dedicación a la pesca. Con grandes canoas de troncos de árboles coníferas recorrieron ríos y lagos. Alcanzaron también un buen desarrollo en la caza y recolección terrestre, uso de leña y maderas.
Estudios etnográficos, señalan que el trabajo de platería era más desarrollado en los huilliches que en los araucanos. Se supone también que debieron tener algún conocimiento de la extracción minera y la metalurgia en pequeña escala, para elaborar algunos adornos de metal "zarcillos de cobre", en las orejas de las mujeres. A la llegada de los españoles adoptaron la idea de collares y otros adornos de plata, a modo de pequeñas piezas entrelazadas; que después se convierten en "típicos" del mundo mapudungun.
Al igual que todos los araucanos desarrollaron una religión basada en dioses tutelares, es decir en buscar la ayuda en los espíritus de los antepasados. La música era una manera de conectarse con ese mundo extraterrenal, haciendo sonar las 3 notas musicales de la trutruca, y del kultrum
Chonos
Habitaron la parte del sur austral, incluyendo los actuales Archipiélagos de los Chonos y de las Guaitecas, donde navegaron por los canales y por el tempestuoso Golfo de Penas
Los chonos eran bandas seminómadas que vivían entre el Golfo de Penas y la Península de Taitao y uno de sus principales lugares de asentamiento estacional eran las bordes interiores de la Isla de Chiloé; esta zona era recorrida por los chonos en ligeras embarcaciones conocidas como dalcas, las que construían con tres gruesos tablones. Ocasionalmente, cuando las condiciones meteorológicas eran muy adversas, los chonos se establecían en las costas donde construían precarias viviendas con ramas y cueros. Su principal actividad de subsistencia era la pesca y, esporádicamente, explotaban el cultivo de la papa. Los chonos también pertenecían al área lingüística del mapudungún.
Los chonos (pescadores) se mezclaron con los cuncos (agricultores), imponiendo su carácter de pueblo marítimo. Practicaban la pesca y también la cacería de lobos marinos, para lo que utilizaban las embarcaciones construidas por ellos, llamadas dalcas. Estas eran tres tablones que habían sido curvados con agua y con fuego, y que estaban unidas entre sí mediante fibras vegetales. Habitaron la parte del sur austral, incluyendo los actuales Archipiélagos de los Chonos y de las Guaitecas, donde navegaron por los canales y por el tempestuoso Golfo de Penas.
Existe evidencia de la presencia de algunos objetos al parecer de origen polinésico, como el remo de paleta ancha denominado pagaya y el empleo de un ancla de madera y piedras llamada sacho, lo que teóricamente confirmaría los viajes de grupos polinésicos a las costas de Chile, y especialmente a Chiloé.
Su organización social consistía en bandas muy pequeñas que solo se mantenían permanentemente unidas a nivel familiar. Las mujeres participaban en actividades económicas básicas, mariscando en las playas; criaban perros lanudos, cuyo pelo era aprovechado para fabricar telas muy toscas.
La alfarería aparentemente les fue desconocida, pero fabricaron lanzas, masas o garrotes, anzuelos de madera y redes de fibra vegetal.
Cuando los chonos no estaban navegando, vivían en armazones de cuero y madera o en cavernas naturales.
Cuncos
Los cuncos son un pueblo de formación tardía que resultó de la fusión entre huilliches y chonos, luego de que los primeros se establecieran en la isla de Chiloé y sometieran a los segundos. Este pueblo estaba organizado en tribus, muy similares a los cavies huilliches. La dieta de los cuncos se nutría del cultivo de la papa y el maíz, por lo que tuvieron la necesidad de levantar aldeas en las costas de la isla. Al igual que sus antepasados, chonos y huilliches, hablaban mapudungún.
Desde el río Bueno hacia el sur, ocupando la zona de la cordillera de la costa y los valles adyacentes, habitaban los Cuncos.
Vivían en rucas grandes, alrededor de las cuales sembraban maíz, papas y quinoa, poseyendo los grupos familiares grandes cantidades de ganado.
Durante los meses de primavera y verano aprovechaban de trasladarse hacia la mar para coger peces o lobos marinos y mariscar, accediendo por medio del curso de los ríos o de sendas estrechas taladas a través de los cerros.
El límite sur hasta donde habitaban los cuncos, todavía aparece como contradictorio. Varios etnohistoriadores sostienen que alcanzaban hasta el centro de la isla de Chiloé, basados en la teoría que sostiene que cruzaron el canal de Chacao presionados por un gran repliegue hacia el sur de los huilliches, consecuente con la invasión de los araucanos sobre el antiguo espacio territorial de los primeros. Sin embargo, otros investigadores señalan que habitaban hasta la desembocadura del río Maullín, siguiendo la cordillera de la costa.
El hábitat insular de los cuncos, representada por numerosas caletas y puertos litorales, incentivó el desarrollo de la pesca y recolección litoral, donde la caza del lobo de mar reviste gran importancia. La recolección terrestre queda limitada a plantas y frutos silvestres y algunos hongos que crecen en los árboles. La caza del pudú y zorro pequeño, constituyeron mamíferos de fácil captura.
Aonikenk (Tehuelches)
Los tehuelches
Los tehuelches o aonikenk fueron los habitantes de la Patagonia, razón por la cual también recibieron la denominación de patagones.
Cazaban guanacos y ñandúes con boleadoras, arco y flechas, además de recolectar todo tipo de raíces y semillas silvestres.
Eran muy altos (1,75 estatura promedio para los hombres) y sus cuerpos los depilaban y adornaban con dibujos de colores. También se tatuaban los antebrazos, con pequeñas varas que quemaban la piel.
Se vestían con capas de piel de guanaco sujetas a la cintura con una faja, y sus pies los cubrían con una especie de mocasín de cuero muy grueso.
Su estructura social reconoce la presencia de linajes dirigidos por un jefe y la existencia de chamanes.
Al igual que otros pueblos, creían en una vida después de la muerte, y lo manifestaban enterrando a sus difuntos acompañados de armas, utensilios y adornos, en tumbas o cuevas que después cubrían con tierra o piedras.
Los aonikenk o tehuelches eran bandas pedestres seminómadas que vivían en el territorio que va desde la Patagonia hasta la Tierra del Fuego, y regularmente son incluidos dentro del grupo de pueblos influenciado por los mapuches, debido a que estos últimos solían llamarlos tehuelches; no obstante, se denominaban a si mismos como aonikenk, lo que implica que poseían una lengua propia. Su principal actividad económica era la caza, gracias a la cual se alimentaban con carne de guanacos y ñandúes, a los que cazaban utilizando boleadoras, arcos y flechas. Los aonikenk construían ligeras viviendas con palos y pieles.
Selknam (Onas)
Esta cultura, de vida nómade, vivió en el territorio insular de Tierra del Fuego. Se estima que hacia 1881, cuando se inicia la colonización moderna de la isla, había un total 4000 individuos, unos 2000 estaban en territorio chileno.
Los Onas constituían un pueblo de cazadores recolectores pedestres de características físicas similares a los tehuelches. Vivían en pequeños grupos, formados por unas pocas familias, las que en conjunto sumaban más de veinticinco o treinta personas.
El concepto de territorialidad de los onas era extraordinariamente fuerte. Los individuos de un territorio o haruwen podían disponer libremente y de un modo racional de los recursos que existían en su interior, sin provocar su sobreexplotación y deterioro.
Los onas estaban constituidos por dos grupos: los selknam que habitaban el sector norte y central de la isla de Tierra del Fuego y los Haush, localizados en el extremo sureste.
Su economía de subsistencia estuvo basada en la caza terrestre, recolección de frutos silvestres, como la murtilla y el calafate y algunos productos marinos. La actividad de la caza, fue sin duda la base más importante en la alimentación, siendo el guanaco la presa más importante, tanto por su carne como por su piel, que constituía la vestimenta base. Fueron muy hábiles en el uso del arco y flecha, arma principal con que contaban. Hacia el sector norte de la isla la presa más importante en la caza, la constituyó un pequeño roedor llamado coruro, muy abundante en el área.
La abundancia de aves, como caiquenes, patos silvestres, cisnes y flamencos, también fue de interés para su alimentación, tanto en la recolección de sus huevos como por su carne. Complementaban su dieta con algunos alimentos del litoral marino, para lo cual aprovechaban el periodo de baja mar para recolectar moluscos (choritos, lapas, almejas y caracoles).
La vivienda consistía en un toldo de trozos de piel cosidos, quedando un refugio muy abierto pero protegido al viento.
La vestimenta era una capa confeccionada con pieles de guanaco, que les cubría desde el cuello a la rodilla. La mujer agregaba un delantal también de piel que le cubría el vientre hasta la rodilla. La pintura corporal representó una costumbre que tuvo por finalidad proteger la piel del clima frío, por cuanto la gruesa capa de arcilla contenía también grasa animal. Generalmente usaban los colores rojo, blanco y negro. Mediante los diferentes símbolos que se pintaban, exteriorizaban su estado de ánimo.
Su religión era monoteista. Creían en Dios al cual llamaban Temaukel, y existía un mundo después de la vida ubicado más allá del horizonte. Sus rituales estaban llenos de misticismo, utilizando sombreros cónicos y pintándose el desnudo cuerpo.
Extinción de la etnia
El impacto de la colonización moderna iniciada a fines del siglo pasado, producto de la explotación del oro en los ríos y el desarrollo masivo de la actividad ganadera en la Isla de Tierra del Fuego, ocasionó la rápida extinción de la etnia. Matanzas, deportaciones masivas practicadas por el hombre blanco, junto a enfermedades infecto-contagiosas introducidas, terminaron por romper el equilibrio natural de estos grupos. El uso de vesturario occidental, inadecuado para la lluvia y para las costumbres higiénicas de ellos, puso punto final a la sobrevivencia de este pueblo.
Para 1966 quedaban aún 13 indígenas de origen sélknam, la mayoría de ellos mestizos, en el sector argentino de la isla. En mayo de 1974, moriría en la ciudad de Río Grande, Angela Loij, la última india selknam pura, quien antes de morir trabajó intensamente con la antropóloga francesa Anne Chapman en la reconstitución de la historia y cultura de su pueblo en un trabajo de gran valor antropológico e histórico.
onikenk (Tehuelches)Los selknam u onas eran bandas pedestres que habitaban en gran parte de la Tierra del Fuego, y que basaban su economía en la caza de abundantes guanacos, zorros y aves; sus principales arma fueron el arco y la flecha. La alta disponibilidad de alimentos permitió la subsistencia de una gran cantidad de población. Al igual que los aonikenk, los denominados onas se llamaban a si mismo como selknam y tenían una lengua propia; ello posibilitó que la etnia selknam desarrollara una amplia variedad de mitos y leyendas basadas en sus creencias religiosas. Los selknam vivían en tiendas semicirculares que forraban con pieles y cueros.
Alacalufes (Kaweshkar)
Este pueblo se ubicó al sur de los chonos y hasta el Estrecho de Magallanes.
El pueblo conocido como kaweshkar o alacalufes se ubicó al sur de los chonos y hasta el Estrecho de Magallanes. Ellos se denominaban kaweshkar, que quiere decir "hombre", un gentilicio que los identificaba como miembros del grupo que navegaba en aquellos sectores.
Los kaweshkar eran nómades del mar. Permanentemente navegaban entre canales y fiordos, serpenteando las islas, que en la práctica eran inhabitables por su abundante vegetación, que dificultaba su acceso.
Construían sus embarcaciones con cortezas de árboles, que luego amarraban a una estructura de palos, convirtiéndose en su hogar en el mar, siendo lo suficientemente amplias como para trasladar a una familia nuclear conformada por el marido, una o dos esposas, un par de hijos y un perro doméstico.
La canoa era un espacio femenino. Aunque en su construcción colaboraban hombres, era la mujer quien se preocupaba de remar. Los hijos eran los encargados de mantener la fogata encendida, la cual se posaba sobre una capa de musgos y ardía en uno de los extremos de la embarcación, protegida por un toldo de cuero. El fuego les permitía calentar sus alimentos (la mayoría de ellos obtenidos del mar), abrir los moluscos, servir como fuente de calor y como señal para evitar que dos canoas chocaran.
Al amanecer, la mujer remaba hacia los roqueríos, donde dejaba a su esposo e hijos varones pescando y cazando todo el día. Mientras tanto, ella dirigía la canoa hacia aguas bajas, donde buceaba o mariscaba con un canasto colgado del cuello, para extraer langostas y erizos. Esta tarea era exclusivamente femenina, ya que a pesar de su cercanía al mar, los hombres no sabían nadar, y si la embarcación llegaba a volcar, ellos morían ahogados. Antes del anochecer, la mujer remaba nuevamente hacia donde estaban su marido y sus hijos, para recogerlos, comer y pasar la noche en la canoa.
Para protegerse del frío, también cubrían sus cuerpos con grasa de lobo marino, lo que explica por qué prácticamente no utilizaban ropa.
Si bien los alacalufes eran nómades, había ocasiones en que permanecían por varios días en tierra firme. Para ello, construían chozas en forma de colmena, con armazón de ramas recubierta de pasto y cueros. Esto ocurría cuando se producía la varazón de alguna ballena, lo que les proporcionaba abundante alimento, siendo además la ocasión para la reunión de familias que pasaban gran parte del año sin verse. Allí se concertaban rápidamente los matrimonios, pues los jóvenes no sabían cuándo volverían a encontrarse.
Cuando alguien enfermaba o una mujer estaba próxima al parto, levantaban una choza en una isla y permanecían en ese lugar el tiempo que fuese necesario. Si el enfermo llegaba a morir, dejaban esa vivienda armada y colocaban un trozo de cuero negro que flameaba e indicaba que allí vivían los malos espíritus
eran bandas canoeras nómadas que habitaban los archipiélagos, fiordos y canales que hay entre el Golfo de Penas y el Estrecho de Magallanes. Los alacalufes fabricaban canoas con cortezas de árboles y palos, en las que desarrollaban gran parte de su vida cotidiana; ello determinaba que la unidad base de la sociedad kaweshkar fuera la familia, puesto que se trasladaban constantemente. La dieta de los kaweshkar se componía principalmente de mariscos, lobos marinos, nutrias y aves; esporádicamente se establecían en tierra firme, especialmente cuando hallaban cetáceos varados y cubrían sus cuerpos con pieles de animales.
Yaganes
Al sur de Estrecho de Magallanes y hasta el Cabo de Hornos, entre islas y canales navegaban los yaganes
Poseían embarcaciones que construían de cortezas de árbol, principalmente de roble, las que tenían una longitud de hasta cinco metros.
Los yaganes aprovecharon las condiciones de habitabilidad de las islas, pasando bastante tiempo en tierra, donde levantaban toldos cónicos con armazón de ramas cubierta de pieles. En el interior de estas viviendas, se cavaba el piso un nivel más bajo que el de la tierra, a fin de protegerlas del frío y de los vientos; y se mantenía siempre una fogata encendida en medio. Cubrían sus cuerpos con grasa de lobo marino, y vestían solo una corta capa de pieles que les llegaba hasta la cintura. Cuando el tiempo era extremo, como en los meses nevosos, calzaban mocasines de piel.
Eran también expertos fabricantes de cestos, los que utilizaban para guardar sus pertenencias, alimentos y trasladar objetos.
Además de la vestimenta, los yaganes gustaban de usar adornos, como collares hechos con cuentas de concha o huesos, pulseras de cuero y diademas de plumas.
Respecto de su organización, y por su condición de aislamiento, este pueblo no presentaba diferencias sociales ni jerárquicas, reconociendo solo al padre como figura principal.
No obstante su incipiente desarrollo, los yaganes tenían una compleja creencia religiosa, que se manifestaba en la adoración de un ser supremo invisible, creador y ordenador de los hombres y la naturaleza. Suponían que los espíritus de los muertos se dirigían hacia una especie de paraíso en el cual siempre brillaba el sol.
sábado, 13 de septiembre de 2008
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